Encontrábase mi ser en pleno acto de reposar suavemente la cabeza contra la almohada para lograr una perfecta siesta, cuando la peor amenaza que podría haberse cernido sobre mi existencia se hizo presente.
En el momento en que cerraba mis ojitos y acompasaba la respiración -en pos de entrar en un leve estado sueñeril- mis oídos detectaron la presencia más molesta de todas las presencias habidas y por haber.
Claramente el universo y el infinito y más allá se estaban complotando en contra de mi olímpica siesta y yo. ¿Qué hice para merecerlo?
Tal es mi mala suerte, que mis oídos se ensordecieron con el enérgico batir de alas -también conocido como zumbido- de nada más y nada menos que una mosca. Pero no era una mosca cualquiera, no me siento merecedora de esa buena suerte. El individuo con el que me tocó tratar esta tarde no calificaba como tal; Creo que les doblaba, incluso puedo decir que triplicaba el tamaño de esas moscas comunes que uno ve en la caca del perro todos los días.
Ya de por sí los insectos me causan una repulsión extraordinaria; Imaginen el pavor que me dio ver a esa bestialidad de mosca, que tenía el grandor de un abejorro tamaño baño. Más pavor aún me causó el hecho de tener que levantarme para matarla, la reverenda hija de puta se quedó dando vueltas en mi cuarto haciendo un ruido símil turbina de avión, totalmente intolerable para el oído humano.
Después de unos interminables 5 minutos de perseguirla con mis ojitos tapada hasta la nariz, me decidí y fui a buscar el Raid. ¡Para qué! Cuando llegué de la cocina la muy sorete ya se había ido. Puteando a los 4 vientos me propuse a volver a mis menesteres siesteriles con un leve mal humor que a la larga me imposibilitaría dormir. En el mismo instante en el que logré relajarme y entrar a la tierra de los sueños, horrorizada descubrí -o me hizo descubrir- que seguía ahí.
Inmediatamente le declaré la guerra civil inmortal y empecé a perseguirla presa de una furia inimaginable. Si hay algo que me molesta es que interrumpan mi sueño. Luego de una carrera por demás agitada y estúpida -con gritos, piruetas y tropiezos de por medio- logré atraparla entre la cortina y el vidrio. Un aullido de gloria no se hizo esperar, y al grito de "Tomá la reconcha de tu madre", la estampé contra el vidrio y la hice puresito.
3 comentarios:
No sé por qué no conocía tu blog (o, de conocerlo, no lo recordaba). Es una maravilla.
Y bueno, al menos para informarte que mi situación es peor, hay un mosquito que no me dejó dormir en todo el invierno. Sí, un mosquito miserable, ínfimo, pusilánime, patético. Todo el invierno, y ahora sigue. Lo busco por todos lados, y cada vez que enciendo la luz se pone a zumbarme al oído. Ya lo voy a agarrar y voy a disfrutar su muerte como hace años no disfrutaba nada.
Muchas gracias Maga! Te juro que me hiciste sonrojar un poquito jaja.
Muerte y lucha eterna a los mosquitos. Igual ellos merecen una mención aparte (sobre todo en las noches de verano).
Jajaja me dió ternura y mucha risa!
Descargarse y putearse con un artefacto es aún mejor.
pd: mi cafetera me odia. Yo lo se. Ella lo sabe. No lo disimula la forra.
Publicar un comentario