martes, 29 de noviembre de 2011

Soñé que me tatuaba una corona horrible en un antebrazo, unos libros de mi biblioteca en el otro, y unos jeroglíficos en la parte baja del glúteo. Todos los dibujos eran horribles y yo pensaba que quería el panda del costado.

Bueno, nada, me voy a seguir estudiando.

viernes, 25 de noviembre de 2011

El mal humor me consume. La gente me gomea, tengo 5 finales por rendir, hace calor, extraño a mi ex, nadie me da cariño.
Necesito que me apapachen.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Tener que empezar a estudiar de vuelta para rendir finales porque no tengo ninguna materia promocionable me la seca absolutamente, sepan disculpar.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Véanlo. Si me dicen que no les da ganas de coger, sépanse asexuados y/o frígidos. O capaz soy yo que estoy que ardo, todo puede ser.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Coherencia

Sofía dice (12:19 p.m.)
qué te gusta más, alemán o chino?

Federico dice (12:20 p.m.)
ni shi yi piaoling
ahora chino, porque me está yendo bien y en alemán no cazo una, pero antes era al revés

Sofía dice (12:20 p.m.)
ajajajajajjajajaja
y objetivamente?

Federico dice (12:20 p.m.)
te dije q sos una manzana

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Asumiendo que saben quién es el muchacho en cuestión, ¿no les pareció una forma interesante de promocionar un producto?

lunes, 14 de noviembre de 2011

Traumas de mi infancia - II (repercusiones hoy)

Como no podía ser de otra manera, las repercusiones a futuro de este nuevo pequeño trauma eran completamente obvias.
Por un lado, cuando el hombre que tengo por padre hace su pequeño numerito de abandonamiento de chango me dan ganas de llorar. Recuerdo que una vez, en mi temprana adolescencia, la bronca me consumió y estallé en llanto y puteadas, haciendo que se deje de romper las pelotas y que pusiera el chango de mierda en la caja. Como consecuencia de todo, hoy por hoy, cuando de comprar comida se trata, soy capaz de aguantarme el peor de los martirios.
Por otro lado, he descubierto con horror que me estoy transformando en mi padre. Es más, soy una versión corregida y aumentada de él. Mi intolerancia llega a límites cada vez más insospechados y confieso, no sin vergüenza, que he dejado de pisar negocios de por vida por su mala atención al cliente; Y hasta me he peleado con empleadas de locales.
Dios no quiera dejarme llegar a los 60, confirmo en un 100% que voy a ser una vieja hinchapelotas de mierda.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Traumas de mi infancia - II

Desde pequeña tengo una gran fascinación con las compras. Pero no precisamente por las compras que uno hace por placer -ya sea ropa, objetos de decoración o simplemente chucherías. Si no que soy fanática de ir al supermercado.
Cuando niña, solíamos ir con mi padre y mi madre de compras una vez el mes. Como mis progenitores no solían darme muchos gustos, la compra mensual lo significaba todo para mi pequeño ser en esas épocas: era muy probable que, poniendo cara de ángel, pudiese manguear alguna golosina o juguete.
En esas compras titánicas podíamos pasar hasta dos horas recorriendo góndolas y llenando nuestro carro, y acá es donde se devela lo que nos compete.
Como decía, podíamos pasar horas retozando alegremente por los pasillos; pero el momento de temor llegaba cuando nos íbamos aproximando a la caja. Usualmente los domingos al mediodía estos lugares suelen estar llenos de gente haciendo sus respectivas compras, por lo que al momento de ir a pagar las cajas explotan de gente y -con perdón de las chicas que trabajan en las mismas- me atrevo a decir que estas muchachas no le ponen la menor onda a su trabajo. ¡Por el amor de dios mujer! Lo único que tenés que hacer es pasar el productito por el cuadradito y que haga píp; no le veo un gran trabajo intelectual a eso.
Mi problema, justamente, radica en su poca velocidad combinada con la poca paciencia de mi padre. ¿Y en qué se traduce esto? preguntarán ustedes. Esto se traduce, señoras y señores, en que mi padre montaba en cólera por su lentitud y mala onda y cometía el horroroso e impune acto de dejar el chango con todas nuestras compras abandonado ahí, a centímetros de llegar a la caja y poder abandonar el lugar victoriosos y llenos de comida.

Podrán decir que estoy exagerando, pero exijo que no tomen esa postura. ¿Comprenden lo que significa ir de compras porque no hay alimento en tu casa y que, por un capricho de un hombre adulto, las compras no se realicen? ¿Comprenden lo que es que eso sucediese el 55% de las veces que íbamos de compras? Comer arroz y fideos durante una semana o más porque el imbécil de tu padre no puede con su temperamento y se va enojado sin comprar nada es evidente que va a dejar repercusiones a futuro.

jueves, 10 de noviembre de 2011

En Me das Urticaria los queremos tener a todos controlados hijos de puta eh, así que no se hagan los pelotudos porque ahora tenemos twitter.


Convertir la furia y la bronca en fuerza e ímpetu para limpiar la casa fue lo más productivo que me pasó en la semana. ¡Ahora todo brisha!
Limpiar es teraupéutico chicos, pruébenlo. Los invito a ser tan patéticos como yo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Traumas de mi infancia - I (repercusiones hoy)

Creo que el episodio anteriormente comentado no tuvo una repercusión tal en mi vida como para decir que al día de hoy tengo problemas con eso; Pero sí tengo un dato interesante que me develaron hace muy poco.
Hace dos domingos estábamos comiendo asado en la casa de mis abuelos maternos, cosa usual en nuestra familia porque abuelos paternos no tengo, y comenzamos a contarnos anécdotas ridículas, de esas que decís "esto solamente puede pasarte a vos". Charla va, charla viene, mi abuela rememoró aquella navidad, y el momento en que mi abuelo estaba forcejeando para ponerse el traje que le quedaba chico. Reímos mucho. Después de que la carcajada general se apagase, mi abuelo, apesadumbrado, me confesó que se había arrepentido de la forma en que actuó aquella noche.
Contó que, al entrar a la casa y ver nuestras caras de emoción, le pareció que mentirnos de esa manera era muy incorrecto, y que por eso se sacó el disfraz. Contó también que, al ver específicamente mi carita de desilusión, al instante se arrepintió de lo que había hecho.

Y bueno, mi abuelo es un poco pelotudo, pero yo lo quiero igual porque es el único que tengo.

martes, 8 de noviembre de 2011

Traumas de mi infancia - I

Como breve introducción de esta primer entrega de "Traumas de mi infancia", les comento que esta miniserie se va a componer de varios capítulos que recorren en forma más o menos cronológica mi vida hasta llegar al día de hoy. Porque, claro, es obvio que sigo siendo un infante. Los invito a reír conmigo y de mí.



¿Qué situación traumática suele ser la primera a experimentar por los pequeños infantes? Supongo que, en líneas generales, la navidad es una de nuestras grandes primeras desilusiones cuando niños. Darse cuenta de que todo es una farsa y de que nuestros momentos más felices fueron un vil engaño por parte de la comunidad adulta es algo que nos marca a todos.
Formas de enterarse la verdad hay muchas; Reacciones ante esa situación, hay tres: Están los que aceptan el cruel destino y llevan la frente en alto, los que hacen la vista gorda frente a esta revelación y eligen creer durante un tiempo más, y están las personas como yo, a las que esa información les supera la capacidad mental de entender que algo no existe.

La noche del 24 de Diciembre del 96, mi cuarta navidad en este mundo. Junto a mis dos primos, de cuatro y tres años respectivamente, esperábamos con ansias la llegada de Papá Noel. Iba a ser la primera vez que lo viésemos, por lo que no cabíamos en nosotros de la emoción. Imagínense lo que debe ser para un infante encontrarse con su ídolo máximo, quien regala juguetes a mansalva por el sólo hecho de hacernos felices a nosotros. Además, según mis padres me habían contado, Papá Noel era muy cuidadoso y no se dejaba ver mientras trabajaba; Había que ser muy astuto para topárselo mientras dejaba los regalos debajo del árbol de cada casa. ¡Y nosotros esa noche íbamos a descubrirlo!
En el fondo de la casa, mi abuelo se cambiaba e intentaba enfundarse en ese traje rojo de tafeta pedorra que mi abuela había hecho para la ocasión y que le quedaba un poco chico. Después de renegar un poco y de transpirar mucho, el traje cedió. Barba blanca, gorro con pompón, cinturón negro, saco rojo lleno de de juguetes. Ya estaba listo. Las bicicletas las iba a llevar en la mano porque en la bolsa roja no entraban.
Mientras tanto, los últimos fuegos artificiales brillaban en el cielo y a nosotros nos condujeron al living, donde estaba la puerta principal de la casa. Nervios, la tensión se cortaba con un cuchillo. ¡Papá Noel llega en cualquier momento! nos decían. Nosotros, parados como soldaditos, esperábamos.
Se escuchan ruidos. Mi abuelo, bicicletas en mano, se choca sin querer con la reja. Caras de asombro, ¡estaba llegando! De repente, el picaporte gira, cede, y la puerta se abre. Y ahí estaba Papá Noel, en su traje rojo, con una bicicleta en cada mano y un saco rojo lleno de juguetes colgando del hombro.
La ceremonia de la entrega de regalos se llevó a cabo como cualquiera, una bicileta para mí, otra para mi primo más grande, muchas cajas con papel de regalo para romper tanto para mi primo pequeño como para nosotros. Y acá es cuando todo sucedió.
Mi abuelo, creyendo que estaba siendo una persona deshonesta, se sacó el sombrero y la barba. Mi abuelo reveló su identidad creyendo que nos estaba mintiendo y de esa manera creó mi primer trauma: A partir de ese entonces, yo empecé a decirle a cuanto ser estuviera vivo en la tierra -con orgullo absoluto- que Papá Noel era mi abuelo.

lunes, 7 de noviembre de 2011

El ladrón

Micaela dice (08:20 p.m.)
ya estoy  a salvo, llamé a papá
le hablaba bien bajito, ni me escuchaba casi
y me decía ¿pero es en serio o me estás haciendo un chiste?

Sofía  dice (08:21 p.m.)
AJAJAJAJA

Micaela dice (08:21 p.m.)
y vino con dos amigos, estaban en un cumpleaños
acá nomas igual jjajjajajjaja
y ya esta, cercioramos q no hay peligro, estaba todo cerrado ademas jjij

Sofía  dice (08:22 p.m.)
AJAJAJA IMBÉCIL

Micaela dice (08:22 p.m.)
y el ruido había sido la cortina del baño, como yo pensaba

Sofía  dice (08:22 p.m.)
te odio

Micaela  dice (08:22 p.m.)
es que yo estaba escuchando música, cantando y de repente PUUUUUUUUMMMMMMM
RUIDAZO
ay no! dije
y desp mas ruidos (que eran ruidos comunes pero ya en mi cabeza perseguida eran ladrones)

Sofía dice (08:23 p.m.)
jjaajajaj

Micaela  dice (08:23 p.m.)
había puesto la pc y el cel en silencio jajajajja

Sofía dice (08:24 p.m.)
vivís en un policial mexicano
yo en un melodrama venezolano

Micaela  dice (08:24 p.m.)
creo que nunca vi un policial mexicano
así estamos

Sofía dice (08:24 p.m.)
yo tampoco, pero fija que es berreta y de bajo presupuesto

sábado, 5 de noviembre de 2011

Hoy rendí a las 8 am, llegué a casa a las 10 y me fui a dormir la siesta. Me desperté hace un ratito y sentí esa sensación de mevino. Efectivamente lo había hecho, así que pueden relajarse. Todos los sentimientos de ayer hoy se me van por la concha.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Viste cuando el domingo te tiene que venir y te agarra el síndrome pre-menstrual; y entonces te ponés cariñoso en exceso y exigís que te amen, pero como nadie te da bola pensás que nadie te quiere. Y además te ponés un poco emocional y ver gotitas caer te da un poco de ganas de llorar, te da nostalgia, extrañás a alguien pero no sabés a quien; Te sentís la persona más sola del mundo y te das cuenta que sos re goma y es obvio que nunca vas a conseguir marido por eso.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Hoy mi bisabuela por parte de madre cumple 100 años. Hace 50 que, cada tanto, viene amagando morirse.