martes, 28 de septiembre de 2010

Volví (pero no fui millones)

Creo que no pude haberlo pasado mejor. Eso resume toda mi estadía allá.
El día antes de irme me sentía perpleja. No me terminaba de caer la ficha de que en un par de horas ya iba a partir, me parecía algo raro e incierto. Llegar fue algo maravilloso, la suma de la poca ventilación del micro, el revoltijo de mi estómago y la paciencia agotada hizo que poner un pie en tierra fuera la mejor experiencia del día. Desde que apoyé ese pie, no paré. Todo fue realizado a un ritmo insostenible para alguien humano, y sin embargo pude sostenerlo.
No voy a entrar en el detalle del día a día, con decir que fue excelente el lugar, el hotel, la gente, y las actividades diurnas y nocturnas, me basta. No caía en que estaba allá cuando llegué, y ahora que volví pienso no puede ser que haya vuelto. No tenía que volver, estoy convencida de que no debía hacerlo. Estos 10 días, del 17 al 27 de septiembre, estuve flotando. Anonadada, extasiada por las cosas que me tocaron vivir, ver, hacer. Ya pasó un día, y todavía me dura esa sensasión de flotar y no saber dónde estoy, a dónde pertenezco en realidad.
Les agradezco a todos los que hicieron posible que esto pueda suceder, desde mis viejos que pusieron billete por billete -y que sé que cuesta demasiado- hasta la recepcionista mala onda del hotel y los mozos que servían la comida. Yo sé que todos pusieron la mejor, y por eso hoy les puedo decir GRACIAS a cada uno. Dicen que es una vez en la vida, y por eso estoy feliz de haberlo disfrutado tanto y no arrepentirme de nada de lo que hice y de lo que no.
Voy a extrañar absolutamente todo, desde lo que más me gustó -repetir postre tres veces todas las comidas y tener sexo con un coordinador que no pertenecía a mi grupo- hasta lo que más me rompió soberanamente las pelotas, como los golpes en la puerta que daban los coordinadores para despertarnos todas las mañanas, y el chorro de la ducha que era un hilito de agua.
No puedo describir cómo me siento, y no es que no encuentre las palabras perfectas; Ni siquiera puedo pensar en una palabra que se acerque mínimamente a lo que me está pasando ahora. Fue una experiencia única que me llenó mucho, y me hizo muy feliz. Es algo inolvidable lo que me pasó.




Por eso, Bariloche, te llevás todos mis aplausos.

1 comentario:

sofía dijo...

Plus: Lloré porque no me quería ir.