Entro, pregunto si tienen gorros de lana. Casi opto por directamente decir que quiero con pompones y orejas, pero a esta altura ya me resigné.
Ella me dice que sí, que tengo suerte porque justo están en rebaja. Lucky me, pienso.
No era lo que yo buscaba, y tampoco llamaban la atención por lo lindos, pero igual decido probarme uno. Me lo pongo, great! no hay espejo.
Imposible disimular, mi cara siempre desborda de gestos. Allá hay un espejo, me dice. Sonrisa boluda de me adivinaste el pensamiento. Camino, me veo, no me queda muy bonito que digamos; Mínimamente aceptable se podría decir, tampoco soy un culo.
Sinceramente no me convenció del todo, así que fui a devolvérselo.
- "Mmmno, no me gusta. La verdad me queda horrible"
- "Aah, cómo te va a quedar horrible con esa sonrisa que tenés!"
No sé qué tendrá que ver una sonrisa con cómo queda un gorro, pero debo admitir que esa mujer me alegró la tarde. Y prefiero creer que no fue una vil mentira para que le compre algo.
1 comentario:
jajaja Yo ya me resigné a creer en los piropos de toda aquella mercader inescrupulosa que se me cruza... guiñame dale! guiñame que te compro!
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