Hace minutos nada más fui al almacén de mi barrio a comprar un poco de jamón para el almuerzo de hoy. Así como estaba, salí: jogging, buzo y pantuflas. Mi almacén queda a poco menos de una cuadra y media, en verano hasta suelo ir descalza.
En los primeros cuatro metros de recorrido, en frente de mi casa, me encontré con un perro. Tenía el aspecto de un labrador, color chocolate, pero su contextura era algo más pequeña que la de dicha raza; De seguro era cruza con algún "vereda y cordón". Realmente era muy bello.
Noté al instante que estaba perdido, alzaba su hociquito al aire y miraba para todos lados, como buscando algo. Le dije ¡holiz! -como hago con cada perro que me cruzo- y me miró con sus ojitos desesperados; Creo que si hubiera podido hablar me hubiera dicho que qué bueno que se había cruzado conmigo, que estaba desamparado buscando a su familia. Pero me fijé, y no tenía collar. No parecía un perro callejero porque se lo veía en buenas condiciones, y además jamás lo había visto dando vueltas por el barrio.
Cavilando sobre el tema seguí caminando rumbo a mi destino, y él lo hizo conmigo. Quise decirle que no, que se quede ahí, que yo iba a encontrar una solución, pero... ¿Cómo transmitírselo?
Cruzó conmigo la calle. Cuando entré al almacén pensé en quedármelo, sacarle fotos y anunciar en mis redes sociales que había encontrado un perro macho, sin collar, con apariencia de labrador, pero más pequeño. Seguro que iba a funcionar.
Mientras Adelino, mi almacenero, cortaba las fetas de jamón; Yo iba maquinando la manera de encontrar a los dueños del pichicho. Sí, ya lo tenía decidido. A mi madre no le iba a molestar tenerlo unos días, y alimento perruno no le iba a faltar: tengo una bolsa enorme para Charo, mi perrita. Sí, listo, me lo quedaba.
Pero... cuando salí, ya no estaba.
10 comentarios:
Que triste :( re tierna vos, pero que desafortunado.
es como una de esas peliculas con golpes bajos este post(falta el perro llegando a tu casa y tocando el timbre), me uno al comentario de la señorita sofia sot, sos muy tierna.
P.D.:¿Que tipo de pantuflas tenes?(de curioso nomas)
El sábado me pasó algo muy parecido con una mina.
Loco.
No se bancó que lo hagas esperar.
esta entrada la lei pensando en poder hacerla cuento alguna vez que lo necesite jajaja
varias veces pensé en ir al almacén en pantuflas, pero no lo hago por respeto a Claudio (el almacenero).
las historias con animales no me gustan porque casi siempre terminan mal. en este caso, al ser una historia verídica, prefiero engañarme a mi misma y creer que el pichicho encontró a su familia.
y si no, tal vez te lo vuelvas a encontrar por el barrio, quién sabe?
Seguro fue una señal del destino...
nooooo que bajon.
Mi punto débil son los perros, me matan, me llevaría todos los que vea de la calle a mi casa. No soporto verlos sueltos, y solos.
Sofía Sot.: Soy la ternura encarnada en un ser corpóreo
gastmundo: Oh todos se emocionan! Mis pantuflas son bastante feas, las típicas chanclas de vieja, esas que metés el pie y vas chancleteando. Son rojas con motivos rosas y amarillos. Horror.
Axolotl: Quiero un post en tu blog sobre eso YA! No me termina de cerrar la idea.
Tom: Seguro que era un histeriquito. A esos mejor perderlos que encontrarlos. Jajaja.
Gorda puta: AJAJAJAJA
Jueves: Deberías intentarlo, es una experiencia maravillosa! Y que Claudio se joda.
El día que me reencuentre con el pichicho me saco una foto con cara de todos felices y te la mando así te ponés feliz.
Pulpo: Ah sí? Y qué indica esa señal?
Sofi: zi, pobde perito :(
Pol Martin: Sí, posta. Bah, en general todos los animalitos me matan. El día que tenga una casa gigante seré como nicole neumann y tendré 35 perros callejeros jajaj.
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