El domingo me acosté a las 11 de la mañana, para despertarme a las 16 con la intención de despedir a mis amigas que se iban a tomar el micro de vuelta a Buenos Aires. A las 16.30 ya estaba durmiendo otra vez, para que mi madre me despertara a eso de a las 22 para comer. Una vez finalizada la comida -seguramente antes de las 23- ya me encontraba serruchando en la muy poco apacible cama pinamarense.
Me desperté a las 4 de la mañana del lunes, con absoluta carencia de sueño y asombrada porque todavía era de noche. Aproveché para escuchar un poco de Manteca al techo tirada en la cama, y a eso de las 10 me fui a dormir una siesta matinal porque me dio sueño. Me levanté a las 5 de la tarde, sin haber almorzado, y luego de cenar me acosté a las cero horas; Para levantarme a las 5 de la mañana del día martes.
Como carecía de utilidad a la humanidad, me puse a armar por adelantado la valija, y a las 2 de la tarde me dormí una siesta que duró hasta las 8 de la noche. Otra vez me fui a dormir temprano, aproximadamente a las 12, y me levanté hoy, miércoles, a las 4 de la mañana de nuevo.
Ah, y llegué a la humedad bonaerense hace unas horas.
1 comentario:
NOOOOOOOO que manera de desperdiciar los ultimos dias de vacaciones, yo ni en pedo, aunque vaya mas dormida que una momia, trato de hacer de todo. jajaja
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